EXPOESIA


Rodrigo Verdugo Pizarro

Nace en Santiago de Chile el 9 de enero de 1977. Coeditor y articulista de la Revista “Derrame” y miembro del movimiento del mismo nombre. Su obra ha sido publicada en revistas y antologías chilenas y extranjeras, siendo objeto de diversos reconocimientos y siendo traducida parcialmente al francés y al polaco. Textos suyos aparecen demás en la pág web catalana: “Viu La Poesía”. En 2002 publica su primer libro “Nudos Velados” Ed. Derrame. En 2005 participa en la exposición colectiva “Derrame, Cono Sur o el viaje de los argonautas” en la Fundación Eugenio Granell, Santiago de Compostela, España. Actualmente trabaja en dos libros inéditos: “Anuncio” y “Transmisión debajo de las piedras” y en un ensayo sobre la obra del poeta chileno Gustavo Ossorio.


fotografías Bastián Pellegrini

PRIMER ANUNCIO

Nos descarna la noche y se nos pegan todos los vuelos
Las manos han quedado abiertas para demostrar que los vientos han errado
Oyes esa harapienta vibración, si es la nuestra y es mejor ignorarla
Somos borrosos para los dioses tanto como ellos lo son para nosotros
Vamos vestidos con agujas quemadas, agotamos el primer ojo

Para que guardar memoria
Si solo hay viento y agua operando en el brote de los seres inviolables
Las memorias alzaron la luz como limite primitivo
Habrán veces en que nos echen fuego o niebla encima para distinguirnos


De eso que hubo entre el cielo y la copa del derrumbe.
Nadie ha descubierto nuestra cofradía
Porque hablamos un idioma en clave
Entre la bruma accidentada y los lechos mancos


Llevamos atada a la espalda la quimera investida de cera.
Esta mañana se levanto el polvo, atisbo esa continuidad que se asoma al día
Un tiempo accesible del que se sale con pies de silbidos
Hacia las casas para entrar y salir de ellas


Golpear las puertas mientras abren y no es nadie
Mientras vuelven a golpear y de nuevo abren y de nuevo no es nadie
Pero alguien hace cálculos, sumas y restas con esos golpes y comprueba
Que el mensajero fue cubierto por constelaciones marinas y anillos venenosos



Y llama a las líneas a advertir
Que las manos del cielo se basan en las retenciones
El con nosotros hace una sola cadena, esa sola cadena que hacemos
Con los ángeles que crecen hacia abajo en retribución a la madera
Con las animas genitales que marcan con oxido de zinc sus territorios en los


Muros de las cavernas, ahora son distintos los umbrales,
Como el agua que se desengaña
Un renegado magnetismo nos enmascara,
añamos las armas en el leproso centelleo


El espacio que ocupamos dentro de la noche se vuelve niebla
Niebla que codicia la fragmentación del cuerpo.
Es mejor ignorar que nuestras raíces se abandonaron a cielos equivocados
Que al nacer interrumpimos a esas serpientes
Que son las herramientas de la tempestad



Es mejor no guardar memoria, todos vivieron bajo una lámpara culpable
Lo sumergible del mar primero fue hecho en el cielo
Miramos hacia atrás y vemos al fulgor derribar una hilera de días.
Es otra la mirada como la del hombre que se mira fijamente en la mujer
Y descubre que ha convivido con el relámpago que encamina a la sangre
Hacia un camino invisible


Con la clave que castiga las piedras
Para que la luz se quede a solas con la muerte
Descubre que ha agitado pájaros y espejos para que el infierno envejezca
Descubre que ha dejado cubierto de brisas
El árbol sexual que releva a la muerte
Descubre que dos temblores se quedaron para siempre frente a frente.


[Del libro inédito “Anuncio” ]


CONTINUIDAD


Nació de un retrato de niebla
Olas inconfesables alumbraron esa voracidad.
Los fundamentos del día pasaron a la sangre
Las ciudades se quedaron blancas
Velaron las mitades de un mismo cuerpo en distintos ataúdes.



ENTRE LATITUDES
A Diana Camacho Briceño


Se saca el día la envoltura del espacio
Quedan encrucijadas, perfiles dibujados en las paredes
Tú y yo y nuestro préstamo de cenizas
Tú y yo que desentrañamos la noche.


Alguien hablaba de nacer o morir
Mientras dejábamos un solo murmullo en la formación de las agujas
Le dábamos su totalidad al ángel que se quemo los ojos con opio y con semen
Éramos los únicos que sabíamos que el centro de la tierra


Solo aparece al contacto de una boca.
A nuestro alrededor pasaban noches encargadas por las espinas
Se daban inagotables los remolinos convidados a los miembros
Una venganza de latidos aparentaban las olas.


Ahora lo que guardo de ti es un soplo que sobrevive en las costas
Siempre advienes con eso que le rapta la noche a la sangre
Pero no es lo único
La voz del cielo pasa por ti y sin volverse mineral
Te deja caer para mis hilos mortales.



ANOCHECE
En memoria de Stella Díaz Varin

Nos tapamos el rostro con un escombro viudo
Pero igual vemos el mar y el cielo: los mismos delirios enraizados


Tampoco sabemos que hacer durante el día
Salvo tocar la flauta para que se abra la matriz blasfema
Donde tu estarás desaprobando ciertas sombras, ciertas llamas
O bien perfumándote para que los salvajes


Te conduzcan en medio de una tempestad de imanes.
Mira como en ninguna casa nos reciben, como nos cierran sus puertas
Le temen a tu cabellera porque tiene el designio


De esos padres laberínticos que no tuvieron piedad de la luz
E hicieron un lecho sobre aberraciones de sal.
Vas engrandecida por cenizas lujosas, por armas de hielo
Que te rodean en círculos hasta que ninguno de nosotros puede entrar


Salvo que tu lo quieras,
Salvo que le hagas la señal a la copa y el cielo enrojezca


Mientras aquí nos aferramos al polvo jactancioso
Nos quedamos fuera de todo linaje, mientras la piel atrapa al día
Y una amenaza de cáscara se cierne sobre el mundo.


Esos padres laberínticos te están vaciando los ojos
Infringiendo lo conocido del agua
Quedan escombros viudos al centro de la noche


Donde tu estarás viendo a los pájaros alcanzar la angustia del fuego
Mientras nosotros vemos que hombres y pájaros
Se han quedado para siempre en ello.
Te tapas el rostro con una roca cubierta de pelos y te despides


La misma que te hace odiarnos, la misma que altera las restauraciones
Le otorgas a las lámparas la locura de los cadáveres
Pero se la quitas sin decir nada
Y resta nada mas ver como son las alas

Ahora que ningún abismo le falta a la luz.






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